lunes, 26 de octubre de 2009

En seminario de Kant...

El prof. Efraín llegó cinco minutos tarde a clase y detrás suyo entró Jesús, quien cuida la bodega de la zona de teatro de la facultad, con un sintetizador que arrastraba sudoroso.

Efraín con el sintetizador frente así, comenzó a tocar.

Como no tenía más que la grabadora de voz, no pude registrar la imagen (que indudablemente sería más convincente), sin embargo espero que, no sólo se diviertan con esta grabación, sino que aprendan algo...

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jueves, 22 de octubre de 2009

Retrato insensible de un post-terremoto...

Sobre las gríseas piedras, frías a causa del amanecer y su naturaleza fría, hay una agenda negra que muestra su verano al cielo. No es un signo de esperanza, sólo de que no puede, nunca, haber sólo piedras después de un terremoto.

Sobre las gríseas piedras yace una agenda en la que el viento recorre el año; la fiesta de navidad que no llegó, las vacaciones de primavera, la tarde de otoño en que la cita más esperada del año se retrasó al ritmo de un avión que dio vueltas y vueltas sobre una ciudad que se convertía en ruinas; esa tarde que se retrasó hasta desaparecer y sólo dejó la evocación con tinta en garabatos sobre una hoja de papel ahuesado que el viento acaricia y cubre de polvo. (reservo un post entero sobre esa cita que, finalmente, sí se llevó a cabo).

Antes de que tuviera sueño esa tarde, pensé que nunca nada es por azar. El azar tiene menos espacio vital en mis días que cuando era un adolescente. Ahora todo responde a una naturaleza, a un dictado del espíritu, a una maravillosa coincidencia que se detiene sobre cada acierto de los días, haciéndolos menos hojas de papel ahuesado y más puntos del camino. Pero nada de esto es coincidencia.

Hace algunos años me decían que de pronto me perdía. Que todo estaba bien hasta que perdía el hilo de la conversación y comenzaba a dar tumbos. Me despedí sin motivo muchas veces y nunca postergué mis fugas como no se posterga la toma de un vuelo.

Una agenda movida por el viento sobre los restos de algo en ruinas, me dice que es hora de dejar el calendario por la certeza de estar vivo. Que los vientos recorran mi año como yo lo haré: con caricias día a día o saltos de estación en estación. Que todas las piedras tengan el lugar que les corresponde en el universo entero y que no haya nunca más oraciones mudas.

viernes, 16 de octubre de 2009

Entre las hojas que llenaban el armario de mi bisabelo, encontré un diario de 1949, año en que él tuvo que salir de Apatzingán con su familia con la premisa de evitar la muerte y cuidar a sus cuatro hijos, -entre los que se encontraba mi abuela-, y su esposa.

Él murió hace trece años y su esposa, mi bisabuela, murió el año pasado con ciento dos años de vida recién cumplidos. La casa, en la que pasé largos días de mi infancia, en sus buenos momentos tuvo caballos, gallinas y gallos, hasta borregos hubo alguna vez.

En el diario que encontré, por lo demás casi ilegible, había algunas anécdotas y la siguiente declaración que me parece suficientemente confesional como para repetirla aquí:

Abril 21: Recién me avisaron de que Don Jesús está muerto y dicen que vienen por mí. ¡Chingaderas! Dicen que son dos pero yo me los hecho con una sola bala. Sólo espero que María entienda, no podemos seguir así y yo prefiero no tener que matarlos. El General no ha aparecido por aquí desde hace meses y él es el único que podría resolver este problema. Ojalá yo hubiera matado a ese bribón. Así tendría sentido estar huyendo. Cabrones, no pueden soportar que uno sea como es.

La capital me da miedo, y es que yo nunca estuve en el mundo de verdad. Sólo sé cómo tratar con estos y mira lo que pasa...


Tratar de descifrar lo que contienen todas estas páginas será una larga labor. El hollín del tiempo sabe guardar los secretos de los viejos como ningún buen soldado podría. Mi bisabuelo jamás confesaría tener miedo, aunque quizá predecía sin saber, que esta ciudad se convertiría en un monstruo sin cabeza...

jueves, 1 de octubre de 2009

Lo que decía el doctor Jeremías Andrópolus

En una reunión informal que surgió del encuentro fortuito en una librería entre él y yo, el Doctor Jeremías Andrópolus me decía que faltaba en el mundo globalizado un estudio antropológico basado en el internet.

Me pareció que se refería al comportamiento de la gente frente a los monitores, tanto aquellos que sólo consumen los ciber-productos como aquellos que los producen.

Pero ante esto el Doctor respondió que más bien convenía analizar el comportamiento estructural del internet para con ello llegar a conclusiones sobre el comportamiento humano. -Es un hijo de la humanidad cuyos genes delatan su procedencia- decía el Doctor seguro de su iniciativa.

Yo por mi parte decidí estudiar un poco al respecto, y aunque no puedo decir mis conclusiones aún, pues no he llegado a ninguna en particular, citaré algunos de los fragmentos que puedo recordar de las palabras del Doctor Jeremías en torno a este tema y, en particular, sobre la memoria:

-En cada conversación, dejamos cookies en la mente de los otros y los otros en la nuestra. Evocar a una persona siempre implica la revisión de lo que han aportado en el continum de nuestra memoria. Es por ello que siempre que pensamos en alguien lo hacemos refiriéndolo a un sistema de objetos de la sensibilidad, objetos a veces intangibles pero siempre referidos a su vez a aquellos con los que guardan una relación, linkeamos una u otra identidad dependiendo de ese sistema de referencias...-

Por el momento es todo lo que citaré. El Doctor me ha encomendado una tarea complicada cuyo fin no creo alcanzar pronto pero que, si atendemos a la complejidad del tema, parece que es otra inserción de la mente en un infinito cuya existencia lo simula posible.

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